Hoy en día, tener un buen portafolio puede abrirte muchas puertas, el cual debe estar acompañado de un buen currículum. Si estudiás una carrera creativa o una técnica, tu portafolio es más que una carpeta de trabajos: es una muestra viva de tu estilo, tu evolución y tu manera de resolver problemas. Básicamente es la mejor manera que tenés para mostrar como trabajas.
Es importante que no te esperés a graduarte para empezarlo. De hecho, los años de estudio son el mejor momento para construirlo, ya que los mismos proyectos realizados en los cursos son lo que debes utilizar en tu portafolio.
Según un estudio realizado por Forbes Centroamérica, llamado “El CV ha muerto: bienvenidos a la era de la huella digital”, se menciona que en la actualidad se valoran mas los logros y la experiencia que los títulos o cargos desempeñados.
También Forbes destaca la importancia de la huella digital, ya que la misma “ofrece una visión más dinámica, real y completa de un candidato. Muestra las formas, los tonos y lo importante de los seres humanos.”
A continuación, te mostramos cómo podés construir un portafolio profesional desde ya, aprovechando al máximo tus trabajos y experiencias como estudiante.
1. Empezá con lo que tenés
Suele suceder que muchos postergan la construcción de su portafolio porque consideran que todavía no tienen proyectos “lo suficientemente buenos”. Pero todo trabajo, aunque sea realizado en la universidad, cuenta si sabés cómo presentarlo. Podés incluir:
- Proyectos académicos.
- Trabajos freelance.
- Colaboraciones con amigos.
- Proyectos personales.
Elegí aquellos que reflejen el profesional que sos, por ejemplo, los que destaquen tus habilidades, tu forma de pensar y lo que te gustaría seguir haciendo en el futuro.
2. Organizalo como una historia
El objetivo de un portafolio es que sea atractivo, es por lo que no debe ser solo una galería de imágenes o enlaces. Tiene que contar algo sobre vos como profesional. Por eso, tratá de incluir:
- Una breve presentación sobre quién sos, qué te gusta hacer y cuáles son tus objetivos como profesional.
- Proyectos destacados, con una descripción clara, se conciso, andá al punto y explicá lo que hiciste.
- Un cierre con tus datos de contacto y, si querés, una invitación a conectar.
3. Hacelo visual, pero fácil de navegar
El diseño importa, pero no te olvides de la funcionalidad. Algunos consejos:
- Si es digital, podés usar plataformas como Behance, Notion, WordPress, Cargo, Wix o una cuenta profesional de Instagram.
- Proyectá los mejores proyectos que tengas, es mejor cinco proyectos bien pensados que veinte imágenes sin contexto.
4. Mostrá el proceso, no solo el resultado final
A veces, lo más valioso no es el producto terminado, sino cómo llegaste hasta ahí. Podés incluir:
- Bocetos o ideas iniciales.
- Tableros de inspiración.
- Versiones intermedias.
- Herramientas y técnicas que usaste.
Esto muestra que sos capaz de pensar, explorar, equivocarte y mejorar.
5. Mantenelo actualizado
Un buen portafolio está en constante evolución. Cada vez que terminás un cuatrimestre o un proyecto, preguntate:
- ¿Hay algo nuevo que valga la pena mostrar?
- ¿Este trabajo refleja lo que quiero hacer en el futuro?
- ¿Puedo explicar mejor este proceso?
Hacete el hábito de revisarlo cada tanto y ajustarlo según tus avances.
Armar tu portafolio profesional mientras estudiás no solo es posible: es una de las mejores decisiones que podés tomar. Te ayuda a ver tu propio crecimiento, a prepararte para el mundo laboral y a ganar confianza en lo que hacés. No esperes a tener “el proyecto ideal”. Empezá con lo que tenés, acumulá tus mejores proyectos y hacelo parte de tu camino educativo y profesional.
Tu portafolio no es solo un requisito para el mundo laboral, también es una herramienta para mostrar quién sos y hacia dónde querés ir. Y el mejor momento para empezarlo… es ahora.